Die Brücke, (EL PUENTE)/Der Blaue Reiler (jinete azul)
Die Brücke, sin más reglas que las propias
Desde las tres últimas décadas del s. XIX hasta principios del s. XX, el positivismo pareció ser el antídoto social contra la crisis social europea de entonces: la conquista de la felicidad a través de la técnica pareció ser el eslogan más seguro para difundir una cierta perspectiva de paz y bienestar.
Pero ni siquiera las predicaciones positivistas lograron ocultar las crisis de poder que desembocarían en la I Guerra Mundial. Si, en el campo filosófico, desde Nietzche hasta Wedekind buscaron demostrar la falsedad del espejismo positivista, en el de las artes el expresionismo nació sobre esa base de protesta y de crítica al positivismo. Es un movimiento difícil de delimitar en una definición, pero sí podemos estar de acuerdo en que se trata de un arte de oposición.
Su antipositivismo era también antinaturalismo y antiimpresionismo, aunque los expresionistas tomen elementos de ambas corrientes: basta pensar que los padres directos del movimiento fueron Van Gogh, Ensor, Munch y Gauguin. Pero si para el artista naturalista o impresionista la realidad seguía siendo algo que mirar desde el exterior, para el expresionista era algo en lo que había que meterse, algo que había que vivir desde el interior.
El primer grupo de expresionistas alemanes organizado fue Die Brücke (El Puente), surgido en 1905. Es, por tanto, un grupo contemporáneo al Salón en el que los fauves recibieron el bautismo de Vauxcelles; pero el encuentro de sus fundadores se remontaba a tiempo antes, a 1902, según el esquema cronológico de las peripecias del colectivo que trazaría Kirchner.
La unión se produjo en Dresde y, junto a Kirchner, fueron sus fundadores Bleyl, Heckel y Schmidt-Rottluff. Un año después se les unieron Nolde y Pechstein y, ya en 1910, Otto Müller. Van Dongen, que había expuesto junto a Matisse, De Vlaminck y Derain en el Salón, fue miembro de Die Brücke al año siguiente y favoreció su comunicación con los fauvistas.
Der Blaue Reiter no quería confundirse con el mundo
Hace unas semanas hablamos de Die Brücke, la primera corriente expresionista, que se disolvió en 1913, y hoy vamos a hacer lo propio con Der Blaue Reiter, El jinete azul, que vivió más allá de aquel año. Este colectivo lo fundaron en 1911 Kandinsky y Franz Marc al calor de la vida intelectual y artística de Múnich, donde entre 1890 y comienzos del siglo XX confluían jóvenes de toda Europa deseosos de dedicarse al arte.
En la ciudad alemana se encontraban entonces Kandinsky, Jawlensky, Marianna von Werefkin, los hermanos Burliuk, Kubin y Klee y en 1909 ya había nacido la Nueva asociación de los artistas de Múnich, presidida por el propio Kandinsky, que recogía a todos los artistas anteriores y a algunos más. De una escisión de aquella primera asociación podemos considerar que nació Der Blaue Reiter.
¿En qué se diferenciaban de Die Brücke? Tendían a una purificación de los instintos, más que a desencadenarlos sobre el lienzo, y no buscaban un contacto fisiológico con lo primordial, sino adoptar un modo propio de captar la esencia espiritual de la realidad. Sus actitudes personales y artísticas no eran primarias, sino refinadas y casi aristocráticas. Por supuesto, con El puente también tenían cosas en común: su rechazo al impresionismo, al positivismo y a la sociedad de su tiempo
Ya en 1909 Kandinsky, para el catálogo de una exposición de la Nueva asociación de los artistas de Múnich, había formulado ideas que serían vitales para su propia obra y para el devenir de Der Blaue Reiter: En una hora indeterminada, de una fuente hoy para nosotros conocida, ineluctablemente viene al mundo la obra de arte (…). Lo que se ha hallado. Lo que vive de la naturaleza viva y de la naturaleza muerta. La consolación de los fenómenos del mundo exterior-interior. Presagio de gozo. Llamar. Hablar de lo recóndito a través de lo recóndito. ¿No es esto el contenido? ¿No es esto el consciente e inconsciente fin del incoercible impulso creativo? (…) El hombre habla al hombre de lo sobrehumano, el lenguaje del arte.
Cuando escribía esta presentación, (ese Hablar de lo recóndito a través de lo recóndito condensa su pensamiento estético), De lo espiritual en el arte estaba casi listo y sus convicciones ya formuladas. Las razones de su dimisión de la asociación de artistas tienen su origen en ese contraste estético y junto con él salieron del grupo Marc, Kubin y Gabriella Münter.
El nombre de El jinete azul se debe a la fascinación de Kandinsky por la imagen de fábula de los jinetes, que a menudo había pintado, y a la inclinación estética de Marc por la belleza de los caballos. Ambos, además, amaban el azul. Aunque sobrevivió a El Puente, la existencia del grupo no fue larga: en 1914 organizaron su última exposición y la Guerra Mundial los dispersó. Macke, que se les unió en 1911, murió en la contienda y Marc cayó en 1916.
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